El desarrollo de la energía solar comenzó en la década de 1970. Desde entonces, su crecimiento ha sido enorme, sobre todo en los últimos años, de manera que en 2015 había instalados 230 GW en todo el mundo, cuando en 1975 la cifra apenas llegaba a 1 MW. Este rápido crecimiento, muy positivo en términos generales, ha implicado, no obstante, impactos derivados de la construcción e instalación de los paneles.
El estudio de la Universidad de Utrecht, a cuyo frente se encuentra el profesor Wilfried van Sark, ha analizado estos impactos, a partir de datos de la Agencia Internacional de la Energía y de la ONU –entre otros organismos– sobre el desarrollo de la industria fotovoltaica en términos de costo, demanda acumulada de energía, emisiones de gases de efecto invernadero y capacidad instalada acumulada de energía fotovoltaica entre 1976 y 2014.
La conclusión a la que han llegado los investigadores es que cada vez que se duplica la capacidad fotovoltaica instalada, se gasta entre un 12% y un 13% menos de energía en su fabricación, según el tipo de sistemas de que se trate (su investigación se ha centrado en sistemas de silicio policristalino y monocristalino).
En cuanto a las emisiones de beses de efecto invernadero (GEI), han disminuido un 17% en el caso de los paneles de silicio policristalino y un 24% en el de los mono. Así, la huella actual de GEI (datos armonizados) es de alrededor de 20 gCO2-eq kWh para los sistemas FV de poli-Si y de alrededor de 25 gCO2-eq kWh para los sistemas mono-Si8. En 1992, esta cifras era de 143 gCO2-eq kWh para Poli-Si y de 409 gCO2-eq kWh para mono-Si en 1986.
El resultado de todo ello es que el ahorro en energía y de emisiones que aporta la solar fotovoltaica supera ya, o lo hará como muy tarde en 2018 –en el caso de los sistemas de menor rendimiento– su balance negativo. En otras palabras, la solar fotovoltaica ya ha generado más energía de la que ha consumido en toda su existencia y, a partir de ahora, su balance será cada vez más positivo, como ponen de manifiesto los investigadores holandeses, cuyo trabajo acaba de ser publicado en el revista Nature Comunications.
Otro aspecto a tener en cuenta es que el desarrollo tecnológico de la energía solar ha tenido también una importantísima influencia en su precio, hasta el punto de que ha pasado de los 100 dólares por watio que costaba en 1974 a 0,64–0,67 céntimos de dólar en 2014.
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